De dónde venimos y hacia dónde vamos
El pasado 3 de Septiembre recordamos un aniversario más del nacimiento de Roberto Pettinato. La escasa biografía que existe sobre su persona no contemplaba ni siquiera la fecha de su fallecimiento (11 de Agosto de 1993, a los 84 años). Tampoco que integró la comisión que trajo al General Juan Domingo Perón de su largo exilio, y que una vez que el peronismo llegó al gobierno, fue puesto nuevamente en la función pública, al frente de los servicios correccionales. Razones por las que incluí estos datos en Wikipedia, sitio al que suelo aportar algún que otro detalle ocasionalmente.
Pettinato es indiscutiblemente, desde varios puntos de vista pero principalmente desde el penitenciario, el hombre que más nos pensó. Diagramó una política, una filosofía, en franco combate a la estigmatización y con absoluta adhesión a los derechos humanos. Si hubiera llegado a este siglo XXI, sin duda que hubiera propulsado la asistencia y el tratamiento como instrumentos para la formación y resocialización de las personas privadas de libertad.
La asistencia y el tratamiento es la evolución y superación de un régimen que a la luz de los hechos más recientes, parece ir en vías de extinción: el “vigilar y castigar”. En éste (parafraseado obviamente de la definición de Foucalt), se muestra a un servicio penitenciario cuya función primordial es la de ejercer seguridad (aunque no sabemos quién es el destinatario de la misma). El interno debe obedecer y adaptarse a las reglas. De no hacerlo, padecerá indefinidamente el castigo, el suplicio, el no poder realizarse como persona. Un eterno juego de fuerza. El servicio observa (vigila), controla. El desviado, es reprimido. Si no supo entender, la solución más rápida es el traslado del establecimiento, donde comienza un largo peregrinar. Vigilar y castigar.
La intervención del servicio penitenciario bonaerense trajo una importantísima reforma: se deroga la “vigilancia” por la “asistencia”. Ésta debe garantizar las necesidades mínimas y lógicas de una persona cuyo contacto con el exterior es casi nulo. El tratamiento, la terapia indicada para cada personalidad.
En consecuencia, otros aspectos se presentan como un abanico que se abre respecto de cada interno: su vida familiar, su infancia, el entorno, los aspectos psicosociológicos de cada delito cometido, la estructura de la personalidad.
La justicia restaurativa o compositiva, de incipiente aplicación en los comités provinciales para la prevención y solución de conflictos, fue una excusa para descubrir nuevas aristas y métodos mucho más funcionales de trabajo. Operativos y eficaces. También implicó la revalorización de la labor de los profesionales de la institución, y la necesidad de profesionalizar al personal de base.
Los primeros resultados son más que auspiciosos. Hay tratamientos colectivos pero también individuales (precisamente, la idea es que los colectivos sean un paso evolutivo de los individuales), del mismo modo que hay una psicología general y una psicología aplicada.
La integración de las personas con perfiles más marcados de violencia y marginalidad es el desafío más ambicioso.
De “vigilar y castigar” venimos. Hacia la inclusión vamos.
Adrian Escudero
Presidente del Comité para la prevención
y solución de conflictos UP-XV Batán